jueves, 2 de octubre de 2014

Estocolmo, Nobel de la belleza


La Plaza Sergel es uno de los atractivos del centro de Estocolmo, con su fuente en forma de superelipse.

La capital sueca es, en realidad, un entramado de catorce islas unidas por 57 puentes y rodeada, a su vez, por un archipiélago con 30.000 islas, escollos e islotes hasta alcanzar el Mar Báltico. Salvo excepciones, sus edificios no suelen ser altos, prefieren simple ladrillo a la piedra y tienen estilizados chapiteles. Por todos los distritos hay jardines que aportan naturaleza en el seno de una gran ciudad de sinuosa silueta recortada caprichosamente por el agua. Estocolmo vista desde las alturas parece de juguete. Es fácil constatarlo a la antigua usanza, subiendo a lo más alto de la Torre del Ayuntamiento (Stadshustornet). Se trata de un elegante aunque sobrio edificio en ladrillo rojo de principios del siglo XX con su icónica torre acabada en una aguja que sostiene el escudo de armas nacional sueco con tres coronas. Aquí se celebra el banquete de los Premios Nobel, no en balde Alfred Nobel fue su ciudadano más ilustre. Excelentes vistas también se tienen desde las dos esferas acristaladas que ascienden por la fachada del Ericsson Globe, un recinto de convenciones y eventos deportivos que también es el edificio esférico más grande del mundo. Hay hasta visitas guiadas caminando sobre los tejados.

Un barrio medieval

Estocolmo nació en la Edad Media en la isla de Stadsholmen, la que da nombre a la ciudad y que actualmente se conoce como Gamla Stan. Se trata de uno de los barrios medievales mejor conservados del mundo, con sus callejuelas estrechas y empedradas y casas cuyos muros se han arqueado por el paso del tiempo y la humedad. En Navidad, en la plazoleta de Stortorget se monta el típico Mercado de Navidad. Dado que este barrio es uno de los principales atractivos turísticos, no faltan tiendas de souvenirs, artesanía y agradables cafés donde tomar la fika, la merienda sueca de primera hora de la tarde y que se convierte en un momento social de encuentro con amigos. Para evocar cómo se apuraba el espacio hace siglos nada como adentrarse en el callejón de Marten Trotzig, entre las calles Pratsgatan y Vasterlanggattan: 36 escalones y un ancho que en algunos tramos no supera los 90 centímetros. Muy cerca, el Palacio Real (Slottbacken), con sus 608 habitaciones y uno de los mayores de Europa. Cada día, sin importar la meteorología, se realiza el original cambio de la guardia frente a la fachada principal. Para terminar el paseo histórico no pueden faltar la Iglesia de Santa Gertrudis, también conocida como la Iglesia Alemana o Tyska Kyrkan, con su característica torre neogótica con gárgolas, un elemento poco frecuente en Suecia; el Parlamento y la Catedral (Storkyrkan o Iglesia de San Nicolás), construida en estilo gótico báltico a base de ladrillos.

Naturaleza limpia

El agua forma parte de la vida cotidiana, tanto en sus canales helados en invierno como en las numerosas playas aptas para el baño sin salir de la propia ciudad. Bañarse en verano en las playas de Brunnviksbadet, Ekhagenbadet y Saltsjöbadens (nudista) forma parte de la rutina de los ciudadanos de Estocolmo y pone de manifiesto la limpieza de sus aguas, fruto de un importante esfuerzo por parte de la municipalidad para preservar la calidad de su medio ambiente. Por eso mismo los pescadores de caña sobre los canales situados frente al Parlamento y el Palacio Real, probando suerte por si pica algún salmón, son otra de las postales amables de esta ciudad. Una original manera de llevarse una panorámica diferente de la ciudad es recorrer sus canales en kayak o, con menor esfuerzo, en un barco panorámico. Los espacios verdes son otra obsesión sueca que se plasma en los numerosos jardines que motean el mapa de la ciudad. A la cabeza, el Ekoparken, el primer Parque Nacional urbano del mundo y auténtico pulmón de Estocolmo, y el Djurgarden, una isla verde que alberga el Museo Vasa (de obligada visita, sobre todo si se viaja con los más pequeños de la casa), el Spirit Museum con la colección de arte de Absolut y hasta el Skansen, que es una reproducción real de la Suecia de hace siglos.

Una capital que apuesta por el diseño

El trazado de las grandes avenidas corresponde a la planificación urbanística del siglo XX para permitir el tráfico rodado y los tranvías. Es la otra cara de Estocolmo: una capital realmente bulliciosa con una amplia oferta de ocio. Mientras que en el distrito de Östermalm, en especial alrededor de Biblioteksgatan, se concentran las boutiques de lujo y los grandes almacenes, en el distrito de Södermalm, con la calle Gotsgatan y la plaza de Mariatorget como ejes centrales, proliferan tiendas de segunda mano, moda y bares para jóvenes. Además del diseño, el arte es otra de las grandes pasiones de los suecos. El Fotografiska, en un antiguo edificio de aduanas, es uno de los mayores museos de fotografía contemporánea y siempre cuenta con exposiciones de primer nivel. En su día se barajó como sede del museo de Abba, hoy definitivamente enclavado en el Swedish Music Hall of Fame. Un edificio firmado por el arquitecto Rafael Moneo en el centro de la ciudad alberga el Museo de Arte Moderno (Modernamuseet), con obras de Picasso, Dalí y Matisse, entre otros. Propuestas amplias de una capital viva que se reinventa cada día sin renunciar a su pasado.

Hoteles: Sauna y modernidad

El centro histórico y el área comercial y de negocios ofrecen una variada oferta hotelera. Despertar en un barrio medieval con todas las comodidades del siglo XXI es posible. El Hotel First Reisen (www.firsthotels.com) se encuentra en Gamla Stan, en un edificio histórico del siglo XVIII frente a la bahía de Strömmen. La bóveda de su Spa aprovecha un fragmento de la antigua muralla de la ciudad que los arqueólogos datan de alrededor del año 1600. Justo enfrente, el Grand Hotel Stockholm (www.grandhotel.se) ofrece a sus huéspedes la exquisitez de un edificio de 1874 y la proximidad a los centros de negocios y de compras. Muy valorado por sus restaurantes, en especial Matbaren, un bistró informal, y Matsalen, la gran experiencia gastronómica del chef Mathias Dahlgren, galardonado con varias estrellas Michelin y considerado como uno de los mejores restaurantes del mundo. El Cadier Bar cuenta con una extensa carta de champagnes. Su nombre rinde homenaje a Régis Cadier, el fundador del hotel. No muy lejos se encuentra el Sheraton Stockholm (www.sheratonstockholm.com). Si se quiere disfrutar de la belleza de la ciudad al despertar, mejor reservar una habitación con vistas al Lago Mälaren, la Ciudad Vieja y el Ayuntamiento. Sus habitaciones son de las más grandes de la ciudad y están equipadas con camas Sheraton Sweet Sleeper, de alto confort para garantizar un buen descanso. También en el centro está el Radisson Blu Strand (www.radissonblu.com), aunque frente al puerto, en el distrito de Norrmalm. Inaugurado para los Juegos Olímpicos de 1912 destaca su sauna en la última planta, con excelentes vistas de la ciudad. Muy cerca de la Estación Central, el Nordic Light Hotel (www.nordiclighthotel.se) es la propuesta más vanguardista de Estocolmo. Las auroras boreales inspiran la fachada de luces cambiantes y el interior de las habitaciones, con cromoterapia en los cabeceros. Desayunos con alimentos de agricultura orgánica y, al caer la noche, oferta de afterwork y animadas sesiones de dj en el Light Bar & Lounge.

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